Los lieder de Gustav y Alma Mahler

03 febrero 2009

Entrevista de Pedro Soler en el diario La Verdad



A continuación transcribo la entrevista que aparece hoy en la sección A salto de mata del diario La Verdad:


La admirada mezzosoprano Teresa Berganza escribe que Fernando Pérez Cárceles está haciendo una labor «realmente ardua, exhaustiva y rigurosa, que tan necesaria y beneficiosa ha de resultar para todos los que nos dedicamos al arte lírico». Se refiere al trabajo que supone recopilar y traducir los lieder, en este caso de Gustav y Alma Mahler, convertidos en un libro de más de cuatrocientas páginas. Fernando ya publicó otro libro sobre los lieder de Shubert, pero no ha olvidado los de Hugo Wolf o Brams. En puertas tiene un tercer libro sobre Schumann. Los no entendidos en música desconocemos , en realidad, de qué se trata, pero las palabras de Teresa Berganza debieran servir de evidencia de lo que supone el trabajo del entrevistado.
- ¿Tan interesante es también el papel de Mahler en esta cuestión?
- Gustav Mahler pasó de ser casi un desconocido a uno de los músicos más programados. Alma Mahler era su mujer, quien prometía ser una buena compositora, pero, cuando se unieron en matrimonio, él la obligó a que no compusiera. Ella aceptó. Mahler compuso la música del futuro.
- ¿Qué son exactamente los lieder?
- De modo sencillo, se trata de las canciones alemanas de concierto de música clásica. Tuvieron su esplendor en todo el XIX, porque surgió una impresionante pléyade de escritores y poetas. Todo el romanticismo alemán está cargado de nombres, como no los tiene ningún país: Goethe, Schiller, Heine.., y así hasta Rilke. Y luego hay también una serie de músicos no menos impresionantes como Beethoven, Schubert, Schumann, Brams, Mhaler, Wagner, Strauss, Mendelsoohn... O sea, que se juntan unas listas de poetas y músicos geniales. Algo que no ha tenido más que Alemania y el Imperio Austrohúngaro.
- ¿De donde le llega su interés por esto? ¿Por saber alemán, porque la música le quita el sueño...?
- No, a mí la música no me quita el sueño; al revés, siempre me ha atraido, aunque no la he estudiado; pero reconozco que desde que era niño me han gustado los conciertos, participé en un coro... Entre que escuchas, comentas, lees, investigas..., llega el momento en el que los lieders me atrapan. Tal vez sea deformación profesional, pero me han atrapado de tal manera que me entusiasman, porque son algo muy efímero, que duran unos pocos minutos. Provocan una emoción muy breve en el tiempo, pero muy intensa. Una sinfonía es más larga, pero los lieders son como un chispazo. Son poesía que hablan de la naturaleza, pero en un sesenta por ciento, siempre versan sobre el amor contrariado.
- ¿También esto tiene su explicación?
- Es que da mucho más juego a la hora de desarrollar los versos.
- Cualquiera que escuche este tipo de música, ¿también se siente atrapado?
- Yo diría que se trata de algo limitadísmo, porque a poca gente le gusta la música clásica. Vamos a suponer que sea el treinta por ciento de esa gente. Y de ese treinta por ciento, a unos no les gusta la música de cámara; y de los que les gusta, ¿a quienes les gustan los lieder? Quizá a un cinco por ciento. Por tanto, es un mercado muy limitado.
- Lo curioso hoy es que alguien edite un libro que puede acaparar pocos lectores.
- La editorial Hiperión, que ha publicado mis libros está dedicada a la poesía, fundamentalmente. Quizá es por esto por lo que también los publica, ya que los lieder son poesía y música a la vez. Estas obras pueden ser un pequeño apéndice, que sirve a la editorial para cubrir unas necesidades que también las hay en el campo poético.
- Conseguir un prólogo de Teresa Berganza le habrá ha costado mucho trabajo.
- Fue un atrevimiento mío. A través de internet compré un disco suyo, que contenía algunas canciones de Wolf. Me chocó, porque es un compositor poco usual para cantantes españoles. Luego, me puse en contacto con ella a través de internet, para ver si me podía dedica el disco. Le di mis datos hasta que me llamó. Hablamos de Wolf, de Schubert... Así llegamos a un trato más usual. Le conté lo que estaba haciendo sobre Mahler y me prometió ese prólogo que ahora figura en mi libro.